
Viven juntos porque un día se encontraron por la calle. Hablaron un poco, se olieron y decidieron que construirían un nido de colores. Una parte es rosa, la parte donde ella duerme. Otra es azul, donde él escribe y sueña. Hay un sitio pequeño que es rojo donde se lavan el pico y las alas.
No hablan mucho durante el día, cada uno vuela fuera del nido para poder conseguir comida. Suelen llegar muy tarde y muy cansados. Intentan dejar fuera del nido la ropa sucia, las botas con barro, la mochila donde llevan todas las preocupaciones. A veces, sin querer, meten todo esto en el nido y lo manchan un poco. Hay veces que las manchas no se van y ella se va a dormir preocupada, él triste. Pero entonces, él se levanta a medianoche y se acerca para verla dormir. Le coge la cabeza entre las manos y le acaricia siguiendo el nacimiento del cabello, una y otra vez, sin decir nada, con mucho cuidado de no despertarla. La preocupación se va, la tristeza también. El nido se limpia solo. A la mañana siguiente no se dicen nada, cada uno recoge sus cosas y sale a volar.
2 comentarios:
Precioso, una metáfora muy bonita de la vida cotidiana. Y muy dulce. Izaro también quiere opinar: xc cccxxc ,j ddhfc =¨PÑ
Tú si que eres dulce!
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