lunes, 18 de enero de 2010

one dove


Era por la mañana y caminaba por un desierto. Se veían aves a lo lejos, aves grandes planeando con elegancia. No había árboles, ni flores; sólo algunos arbustos medio helados desperdigados entre el barro.
De repente vi un pájaro volar con gracia, como si estuviera contento. Era una paloma medio azul que jugaba con el viento. Se acercó a mi y con cuidado se posó en mi hombro. Me quedé quieta un poco sorprendida mientras ella empezó a susurrarme palabras al oído. Me contaba historias de otros lugares, de otros sonidos con palabras bonitas y con un brillo especial en sus ojitos pequeños.
Echó a volar y fui tras ella. Pasamos entre dos cerros, un paso estrecho y difícil lleno de barro. El otro lado era un desierto muy diferente. Por un campo venía a paso lento un rebaño de ovejas con su pastor, un tipo alegre y parlanchín. Me di cuenta de que los arbustos no estaban helados, que tenían pequeñas flores y unos brotecitos tiernos. Las formas de tierra que al otro lado eran inertes, en este otro tenían nombre y cada una su gracia.
La paloma se posó en el hombro por última vez. Me rozó la mejilla con una de sus alas y salió volando. Me quedé mirándola hasta que fue un puntito pequeño en el cielo gris. Me di la vuelta y regresé al coche.
Al encender la radio, empezó a sonar esta canción.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanto tiempo sin tu voz...sin tu sonrisa,sin nada de ti....

Anónimo dijo...

qué bueno que volviste...

trexa dijo...

Gracias.