lunes, 30 de noviembre de 2009

Dorian




















Ha merecido la pena hacer 1.200 km para verles y para veros.
Gracias Olalla y Javi por compartir vuestro entusiasmo conmigo.
Y a ti por acompañarme (¡¡¡y por el CD firmado!!!)

lunes, 23 de noviembre de 2009

olivas

este año las olivas eran así


lunes, 16 de noviembre de 2009

viernes, 13 de noviembre de 2009

en la calle

Salimos a la calle. Está llena de gente que camina en orden, como si hubiera una raya pintada en los adoquines, un carril para cada sentido. Me dicen que es en la única calle del mundo que pasa esto, que la gente camina ordenada. Ya decía yo, por qué siempre me chocaba.
Vamos caminando con garbo. Hemos pasado la tarde de sábado en casa, tumbados en el suelo, escuchando  música, con las ventanas abiertas, dejando que entre el olor del mar, el chillido de las gaviotas, fumando desocupados; el tiempo pasa con calma y ya nada duele. No duele escuchar a Micah, no duele ver el mismo paisaje, no duele que no estés.
Decidimos coger una bolsa, llenarla con ropa, algunos libros, música y marchar a otra ciudad. Mientras caminamos por la calle tú me cuentas tus sueños locos de ser un marinero inglés, yo me como una mandarina y me gusta escucharte, y me río, y noto cómo nos mira la gente, qué bien se lo pasan, y pienso, si ellos supieran...
Acaba de dejar de llover. El aire está fresco pero agradable; me pongo contenta sólo por poder caminar a tu lado, siempre estamos tan lejos, por mirarte a los ojos, porque me mires tú, por escuchar tu voz sin aparatos de por medio. Y te digo que no se te ocurra olvidarte de mi.

martes, 3 de noviembre de 2009

un sueño

Me quedo dormida. Tengo todavía el sonido de tu voz en mi cabeza y me acuesto a un lado de la cama, bien tapada. Me despierto en una ciudad con río, es otoño y hace frío. Voy paseando tranquilamente fijándome en la gente que pasa a mi lado; a la vez escucho música, una canción que hace que me pregunte cómo serán las vidas de los que me encuentro en el paseo. Hay gente que camina contenta, con energía. Otros se dejan llevar, la mirada un poco perdida, sin brillo. Yo escucho mi canción y pienso que es como un abrazo. Yo hoy no tengo a donde ir, no sé si me estarás esperando, no sé si mañana sentirás lo mismo, pero de momento, me dejo abrazar por la canción.



Y camino tranquila a tu encuentro. En la bolsa llevo un montón de cuentos que quiero leerte, unos cuantos abrazos que te debo, unos pocos nervios también; una tortilla de patata y una botella de vino. Me siento en un banco y espero.
Me suena el teléfono y con voz adormilada lo contesto. Me dices buenos días, y me veo en la cama, todavía en un lado, bien arropada. Es pronto y me doy cuenta que ya estoy despierta, pero que no todo ha sido un sueño.