domingo, 31 de mayo de 2009

el profesor del deseo


"No puedo apartar los ojos de ella, esta noche. Entre los dos grabados de Viejo Maestro de ambos ancianos, a la luz de la luna, arrugados, con abolsamientos en la cara, el rostro de Claire me parece, más que nunca, tan suave manzana, tan pequeño manzana, tan resplandeciente manzana, tan sencillo manzana, tan fresco manzana... nunca más carente de artificialidad ni más impecable, nunca tan... Sí, y ¿a qué estoy atándome ciega y voluntariamente, que con el tiempo nos alejará? ¿Por qué seguir lanzando contra mí mismo este embrujo por el cual nada pasa el tamiz, salvo lo que me gusta? ¿ No hay algo un poco dudoso y onírico en tanta adoración, tan suave y tan tierna? ¿Qué ocurrirá cuando lo demás de Claire acabe imponiéndose? ¿Qué ocurrirá si no hay lo demás? ¿ Y qué pasa con lo demás de mí? ¿Cuánto tiempo seguirá esto pareciéndome una ganga?¿Cuánto tardaré en estar hasta la coronilla de la saludable inocencia, cuánto tiempo pasará antes de que la encantadora blandura de la vida con Claire empiece a resultarme pesada y empalagosa, y vuelva a encontrarme tirado, lamentando lo que he perdido y buscando otra vez un camino propio?"

El profesor del deseo. Philip Roth

miércoles, 27 de mayo de 2009

las ciudades invisibles

Olabeaga, frente a Zorrozaurre

"Así el viajero ve al llegar dos ciudades, una directa sobre el lago y una de reflejo invertida. No existe o sucede algo en una Valdrada que la otra Valdrada no repita, porque la ciudad fue construida de manera que cada unos de sus puntos se reflejara en su espejo, y la Valdrada del agua, abajo, contiene no sólo todas las canaladuras y relieves de las fachadas que se elevan sobre el lago, sino también el interior de las habitaciones con sus cielos rasos y sus pavimentos, las perspectivas de sus corredores, los espejos de sus armarios.

Los habitantes de Valdrada saben que todos sus actos son a la vez ese acto y su imagen especular que posee la especial dignidad de las imágenes, y esta conciencia les veda abandonarse por un solo instante al azar y al olvido. Cuando los amantes mudan de posición los cuerpos desnudos piel contra piel buscando como ponerse para sacar más placer el uno del otro, cuando los asesinos empujan el cuchillo en las venas negras del cuello y cuanta más sangre coagulada sale a borbotones más hunden el filo que resbala entre los tendones, incluso entonces no es tanto el acoplarse o el matarse lo que importa, como el acoplarse o matarse en las imágenes límpidas y frías en el espejo.

El espejo ya acrecienta el valor de las cosas, ya lo niega. No todo lo que parece valer fuera del espejo resiste cuando se refleja. Las dos ciudades gemelas no son iguales, porque nada de lo que existe o sucede en Valdrada es simétrico: a cada rostro y gesto responden desde el espejo un rostro o gesto invertidos punto por punto. Las dos Valdradas viven la una para la otra, mirándose a los ojos de continuo, pero no se aman."


Las ciudades invisibles. Italo Calvino

Bilbao, esta mañana, a la altura del Museo Marítimo. La grúa Karola, el puente y el palacio Euskalduna.

lunes, 25 de mayo de 2009

todo eso que tanto nos gusta


"María había querido decirme que el paraíso no existe. Si acaso es una intermitencia, una ráfaga de viento que nos sacude a veces, una posibilidad inalcanzable como el palacio de Potala, unos tiroleses bebiendo cerveza en un cuadro aborrecible. Lo demás es tesón y coraje, un poco de engaño y mucha resignación, aprender a disfrutar a ratos mientras se resiste, mientras se empieza a oler a cosas viejas, a salitre, a butacones de cuero y grasa recalentada, aprender a empaparse bien con agua de lavanda para disimular ese olor y acostumbrarse a convivir con los recuerdos, con todo lo que no se hizo o se hizo mal, con todo lo que se es incapaz de entender o de aceptar. Disfrutar, pese a todo, del instante. Eso es lo más parecido que tenemos al paraíso."

Todo eso que tanto nos gusta. Pedro Zarraluki

Fotografía de la portada de Gabriela Grech

viernes, 22 de mayo de 2009

comida


Hoy hemos comido juntas. Solemos hacerlo de vez en cuando, sin fecha marcada, cuando nos apetece. Hablamos de cómo nos va, de los miedos y las esperanzas, de lo que podemos hacer, de la maldita crisis.
Empezamos en esto juntas incubando, creando, consolidando y ahora sobreviviendo. A veces me pregunto qué haría yo sin ellas, y no sé qué contestarme. Mejor ni imaginarlo.
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palabras


las palabras acercan
las palabras acompañan
las palabras alimentan
las palabras acarician

lo malo es cuando no hay palabras
y una se queda

sin cercanía

sin compañía
sin alimento
sin caricia

por eso leo tanto.

martes, 19 de mayo de 2009

bailando


Estaban en un bar casi vacío, apenas un grupo de tres personas en una esquina, el camarero y ellos dos. Ya llevaba encima unas cuantas cervezas y se sentía un poco mareada; él parecía que no, que estaba mejor.
Se sentaron en los taburetes del bar, acodados en la barra. Ella suspiraba porque todo le daba vueltas y metía la cabeza entre los codos para sujetársela. Él se reía porque no había sido para tanto, tampoco eran tantas las cervezas. Ella pensaba que ojalá hubiera más gente en el bar, estaba tan vacío que hacía casi frío.
De repente empezó a sonar una canción. Ella se la sabía entera, desde los primeros compases, desde otro tiempo. Se levantó y empezó a bailarla y cantarla, tan alto que se le oía por encima. Él se quedó sentado, supongo que mirándola porque ya no me fijé en él, sólo en ella. Bailaba un poco a traspiés por el mareo que llevaba, pero cada vez más ágil, más ligera, cantando la canción con los ojos cerrados y sonriendo. Yo me preguntaba qué estaría viendo para sonreír así, que es lo que se imaginaría. Parecía como si se estuviera quitando muchos pesos de encima, como si lo que recordaba estuviera ya muy lejos y desde entonces empezara a contar de nuevo el reloj. Nadie más en el bar se dio cuenta, sólo él que la miraba. Se hubiera levantado también, pero no quería "estropear" el momento. Lo que no sabía era que ella pensaba justo en eso, en que podría levantarse, en que también podría abrazarla y hacer que se fuera el frío, en abrir los ojos y verle junto a ella en un bar mucho más oscuro, él de negro, ella de rojo, bailando juntos.


lunes, 18 de mayo de 2009

amapolas

Un domingo a la mañana salimos a pasear por el campo. Es muy pronto, acaba de amanecer y el campo va despertando. Se mezclan corrientes de aire cálido del día que viene con el fresco de la noche que se va. Huele muy bien, a nuevo, a limpio, a Mayo.
Caminamos entre campos vacíos, campos de trigo erguido, campos con olivos, viñas, almendros, melocotonares, y mientras el sol va subiendo, el calor aumenta y se agradece. Las amapolas nos sorprenden de vez en cuando, este año hay muchas, como nunca, tiñendo de rojo extensiones enormes.

miércoles, 13 de mayo de 2009

grañón

Es un pueblo de La Rioja, a 50km de Logroño, a 6 de SantoDomingo de La Calzada. Tiene menos de 600 habitantes y está rodeado de campos de trigo.







Está en el Camino de Santiago. Tiene un albergue para unas 30 personas, un anexo a la iglesia hecho de piedra y madera, construido por voluntarios.






Voluntarias son también las personas que atienden a los peregrinos. Se ocupan de acogerlos, de que puedan descansar, les ayudan con las mochilas, colaboran en la preparación de la comida, escuchan, hablan, cantan...






Allí estaré los últimos quince días de agosto, este es mi destino de hospitalera.

martes, 12 de mayo de 2009

gente










a las 8 pasa la señora que me saluda con la mano
a las 9 pasa el señor que me trae los caramelos
a las 10 la vecina de al lado saca a pasear a su perro
a las 11 pasa el del bar a por cebollas
a las 12 viene el cartero
a la 1 pasa el borracho y me echa un beso
a las 2 pasa mi vecina de local a por el pan
a las 3 viene de trabajar la conductora de autobuses
a las 4 pasa la madre tan guapa con sus niños de la escuela
a las 5 para un land rover lleno de currelas
a las 6 el señor de los caramelos pasa otra vez
y me dice hasta mañana, si dios quiere.

domingo, 10 de mayo de 2009

poemas al mar

Era una noche sin luna, la tapaban las nubes. Un grupo de personas, unas treinta, salió de una casa pequeñita de piedra y se dirigió hacia la playa, que estaba muy cerca. Andaban lentos, como en procesión. En las manos llevaban unas hojas de papel con las esquinas ya dobladas y un poco manoseadas. Cada una de las personas llevaba una linterna.
En la playa se detuvieron cerca de la orilla. Uno de ellos, el de la voz más grave, marcó una raya en la arena a modo de escenario. Sin decir nada, comenzaron a leer los papeles llenos de poemas en grupos de tres, de dos, de cuatro... El resto de personas, mientras, miraba hacia el mar, lo escuchaba a la vez que a las palabras.
Este es el que más me gustó.


No intentemos el amor nunca

Aquella noche el mar no tuvo sueño.

Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,

quiso vivir hacia lo lejos,

donde supiera alguien de su color amargo.


Con una voz insomne decía cosas vagas,

barcos entrelazados dulcemente

en un fondo de noche,

o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido

viajando hacia la nada.


Cantaba tempestades, estruendos desbocados

bajo cielos con sombra,

como la sombra misma,

como la sombra siempre

rencorosa de pájaros estrella.


Su voz atravesando luces, lluvia, frío,

alcanzaba ciudades elevadas a nubes,

Cielo Sereno, Colorado, Glaciar del Infierno,

todas puras de nieve o de astros caídos

en sus manos de tierra.


Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.

Allí su amor tan sólo era un pretexto vago

con sonrisa de antaño,

ignorado de todos.


Y con sueño de nuevo se volvió lentamente

adonde nadie

sabe nada de nadie.

Adonde acaba el mundo.


Luis Cernuda

jueves, 7 de mayo de 2009

en el tren _02


Tengo delante de mi un billete de tren. Está encima de la mesa todavía porque no sé dónde guardarlo y temo que se me pierda.
Me costó 102 dólares, ida y vuelta. Para el viaje me compré una revista y un botellín de agua. Nadie se sentó a mi lado en todo el viaje. Salió a las 10 de la mañana y llegó a las13:30.
Fuimos todo el viaje al lado del río, enorme, ancho, con árboles que llegaban hasta la orilla misma, enormes también; casas con jardines suaves y de otoño, con hojas amarillas, rojas, un paisaje que había echado mucho de menos.
A medida que el tren avanzaba yo retrocedía en el tiempo. Hacía tiempo que tenía ganas de hacer ese viaje en tren, lo había soñado muchas veces y ahora al recordarlo me emociono un poco. Vuelvo a ver las montañas altas y como en círculo que acompañaban al tren en su subida, la gente tan diferente que subía y bajaba en cada estación, el acento, los olores, y cada vez más cerca. Me preguntaba el revisor cuál era mi parada y decía el nombre del pueblo, que por aquí no significa nada, pero ese día era mi destino, por fin.
El tren frenó, habíamos llegado. Cogí la mochila y las cosas que tenía desordenadas en el asiento de al lado. Me puse el abrigo y esperé a que se abriera la puerta.
Salté al andén. Hacía mucho frío, aunque el día estaba muy luminoso. Miré a un lado y al otro, buscando la salida y segura de que nadie me esperaba. Pero me fijé mejor y vi una figura familiar, inclinada, buscando a alguien. Le llamé y nos quedamos frente a frente, los mismos ojos, el mismo color de pintalabios, la misma colonia, pero 18 años después. Nos dimos un abrazo fuerte y largo, ya tendríamos tiempo de hablar más tarde.

viernes, 1 de mayo de 2009

orquídea

están saliendo brotes en la orquídea
me la regalaron Rafa y Moni para la inaguración, hace ya un año

ha estado en silencio todo el invierno

ahora habla de nuevo