lunes, 22 de marzo de 2010

hambre

Tengo hambre. No se me quita aunque coma. Y como todos los días. Como por la mañana, al mediodía, y nada. Como todo tipo de cosas, unas que llenan, otras que son sanas, otras que no. Como de pie y como sentada. Pero sigo teniendo hambre. Me traen comida, comida de verdad y me la como, y tampoco.
Entonces vienes tú y me hablas y me cuentas cosas gesticulando con las manos, utilizando palabras bonitas. Y el hambre se me pasa. Se me pasa tanto que no me acuerdo de comer. Y preparamos comida rica, y la veo encima de la mesa, pero no como casi nada. Porque me sigues hablando.
Tú te vas o yo me voy y me vuelve a entrar el hambre. Y sé que la única manera de que se me pase es que me  hables, que no pares de contarme cosas, cualquier cosa.

* Preciosa foto de Pablo Mella

jueves, 4 de marzo de 2010

Santander - Alicante III

Me acuerdo de todo esto sentada en la mesa de la cocina,  mientras me como una galleta de chocolate Granola, las del chocolate con leche. Me acuerdo de la sensación de frío a medida que iba oscureciendo, de la luna llena en el cielo a veces tapada por las nubes y la lluvia de las 10 de la noche; de los juegos de sinónimos, de palabras: trozo, volcán, qué bonito; de risas; de las conversaciones a la luz de la llama del pitillo, en medio de la Mancha, en cualquier sitio. Del sueño que tenía y de lo rápido que pasaban las horas; de la emoción de estar llegando. Fueron 950 km; 10 horas de viaje.
Y pienso que menos mal que estabáis allí, menos mal que dijistéis que sí, menos mal. Y que sin pensar lo volvería a hacer.
Gracias.

* Volvimos juntos en el vuelo de vuelta, que salió a su hora y sin problema. Igor se quedó. Él vive allí.
** Foto de Icars sacada de Flickr

miércoles, 3 de marzo de 2010

Santander - Alicante II

Son las cuatro de la tarde. Lo sé porque enciendo la radio y sale Julio Ruiz. Ya estamos montados en el coche; Igor conduce, Esther y Rubén van detrás, yo de copiloto. Rubén dice que tiene 17 discos de U2 y Esther bromea y empieza a cantar Lemon, como los de Muchachada. No lo sabemos todavía, pero el viaje va a ser increíble.
En un momento nos organizamos los turnos para conducir, no se puede fumar en el coche. Partimos con alegría. Desde el primer momento no paramos de hablar. Bromeamos sobre las ganas de fumar que vamos a tener Igor y yo, sobre cuántas veces tendremos que parar para que Rubén vaya al baño. Bromeamos todo el rato.
Enseguida estamos en Burgos, Quintanapalla. Paramos la primera vez y nos encontramos con un pelotari. Nos pide fuego e Igor le pregunta si los pelotaris fuman. Pablito se ríe, agarrando el cigarro con sus manos grandes.
Conduzco yo y en el camino ya se hace de noche. Pasamos por Madrid que se ve a lo lejos, y también por Campo Real y grito, Gemitaaaaa!!!
Nos reímos mucho, vamos descubriendo cosas los unos de los otros, y parece que nos conociéramos de siempre. Vamos avanzando poco a poco, nos cruzamos el mapa sin saberlo, como si el coche fuera un mundo a parte y lo que pasa fuera no nos interesara.
Llegamos a Cuenca y paramos a cenar. Allí me dan ganas de queso, muchas ganas de queso y de cerveza. Comemos tortilla en un sitio que no es ni un Autogrill ni el Área 77. ¿Dónde estamos?

martes, 2 de marzo de 2010

Santander - Alicante I

Es viernes por la tarde. Hace un día precioso, perfecto para volar. Estoy sentada en la zona de embarque, nerviosa, escuchando música, esperando a que abran la puerta. Sólo es hora y veinte minutos de vuelo, eso no es nada. Llego muy pronto, de día, con toda la tarde para aprovechar.
La tele que marcaba nuestro vuelo cambia. Ya no pone Alicante; ahora pone Madrid. Bueno, pienso, seguro que entramos por otra puerta. La gente se levanta y se oyen rumores; me acerco al panel y mi vuelo se ha cancelado. ¿Cancelado? Salimos a toda prisa a preguntar y sí, se ha cancelado.
Te llamo porque tú ya estás camino de Alicante, sólo te quedan 100 km. Tengo ganas de llorar, pero aún más ganas de verte. Me dices tranquila, vamos a ver como solucionamos esto.
Me pongo en la cola para preguntar. La gente está muy nerviosa y el ambiente como cargado de pensamientos que van muy deprisa, calculando, si cojo un tren tardo... si voy en coche... si...
Yo también pienso muy deprisa. Paro un poco y escucho a las personas que van delante mío. ¿Vamos en coche? Les oigo decir. Es una pareja joven, con maletitas pequeñas como la mía, que mantiene la calma. Ellos van a ir, como sea, así que les pregunto si puedo ir con ellos. Me miran sorprendidos y dicen que bueno, vamos a ver.
El chico va a preguntar los precios de los coches de alquiler. Le veo venir con una sonrisa diciendo que ya tenemos coche. ¿Cómo? Sí, ya tenemos coche. Nos vamos con Igor.
Salgo a la calle a fumar un cigarro. ¿Cómo puede ser? Me voy a Alicante en coche con tres desconocidos, es un viernes soleado, tenemos tiempo. Sonrío y pienso, con lo que me gusta a mi la aventura.