martes, 2 de marzo de 2010

Santander - Alicante I

Es viernes por la tarde. Hace un día precioso, perfecto para volar. Estoy sentada en la zona de embarque, nerviosa, escuchando música, esperando a que abran la puerta. Sólo es hora y veinte minutos de vuelo, eso no es nada. Llego muy pronto, de día, con toda la tarde para aprovechar.
La tele que marcaba nuestro vuelo cambia. Ya no pone Alicante; ahora pone Madrid. Bueno, pienso, seguro que entramos por otra puerta. La gente se levanta y se oyen rumores; me acerco al panel y mi vuelo se ha cancelado. ¿Cancelado? Salimos a toda prisa a preguntar y sí, se ha cancelado.
Te llamo porque tú ya estás camino de Alicante, sólo te quedan 100 km. Tengo ganas de llorar, pero aún más ganas de verte. Me dices tranquila, vamos a ver como solucionamos esto.
Me pongo en la cola para preguntar. La gente está muy nerviosa y el ambiente como cargado de pensamientos que van muy deprisa, calculando, si cojo un tren tardo... si voy en coche... si...
Yo también pienso muy deprisa. Paro un poco y escucho a las personas que van delante mío. ¿Vamos en coche? Les oigo decir. Es una pareja joven, con maletitas pequeñas como la mía, que mantiene la calma. Ellos van a ir, como sea, así que les pregunto si puedo ir con ellos. Me miran sorprendidos y dicen que bueno, vamos a ver.
El chico va a preguntar los precios de los coches de alquiler. Le veo venir con una sonrisa diciendo que ya tenemos coche. ¿Cómo? Sí, ya tenemos coche. Nos vamos con Igor.
Salgo a la calle a fumar un cigarro. ¿Cómo puede ser? Me voy a Alicante en coche con tres desconocidos, es un viernes soleado, tenemos tiempo. Sonrío y pienso, con lo que me gusta a mi la aventura.

2 comentarios:

Olalla dijo...

viva improvisar!!!

trexa dijo...

¡¡¡viva!!!
Un beso, guapa!