lunes, 12 de enero de 2009

una mujer sola


Es la única amiga que tenía en el pueblo donde vivo, y ni siquiera sé su nombre. Nos conocimos por los perros, al coincidir en los parques, en el paseo. Es una mujer mayor, casada. Es guapa, un poco gordita, pero con los ojos muy bonitos, verdes. Se tiñe el pelo de colores, bueno, se lo teñía. Ya no se cuida tanto. Hay días que no se pinta ni siquiera los labios.
Ya no tiene a su perro. Creció mucho y tenía mucha fuerza, tanto que la tiraba al suelo. Le rompió un dedo y le dislocó el hombro. Lo llevó a una casa grande donde tuvo perritos. Ella lo va a ver de vez en cuando, pero ya no sale a pasear. Ha cogido peso y casi no la veo por la calle. Vive en una casa muy vieja al lado de la mía. Me dijo un día que no era suya, que ella no tenía nada. Es de su marido, que ya no le hace ni caso. Él sale todos los días a beber y hablar con cualquiera menos con ella. También me dijo que no aguantara. Que hiciera mi vida, pero que no aguantara a nadie, ni un minuto, que si lo quería, bueno, pero que si no estaba segura, no aguantara. Ella lo hizo y ahora no tiene nada. Bueno, sí tiene. Tiene sus domingos por la mañana, que se va a pasear y luego al cine, sola pero tranquila, con los labios pintados.