viernes, 7 de noviembre de 2008

en el aeropuerto



Espero al avión en una sala enmoquetada. En una esquina hay una tele con el volumen muy alto. La gente se sienta aquí y allí, sin juntarse mucho, sin mirarse siquiera. Por la ventana se ven los aviones que se van, no los que llegan. Está oscureciendo y las luces se empiezan a encender. El perfil de la ciudad va desapareciendo poco a poco entre la polución y la caída de la noche. Un edificio resalta sobre los demás; se reconoce su perfil desde cualquier punto de la cuidad. Estos días ha estado iluminado de diferentes colores: naranja por Halloween, blanco-naranja-azul por el maratón, rojo-azul-blanco por las elecciones. Se esconde poco a poco como el sol, como el día. Si me fijo bien lo puedo ver con claridad con los ojos de la memoria. Ahí lo guardo hasta que vuelva.

No hay comentarios: