Lo primero que pienso al levantarme es en mi secreto, cómo estará, si hoy se hará grande o será pequeño y me hará esperar. No me importa esperar; hago lo que tengo que hacer, duermo, como, me río, canto mientras espero a mi secreto. Y cuando viene es como una pantalla gigantesca que me cuenta historias, me pasa la mano por la cara, me lleva con él a visitar sitios, o simplemente nos quedamos quietos en una cueva esperando a que acabe de llover.
A veces está muy ocupado y no puede venir en todo el día; entonces yo dejo de cantar y me quedo mirando a la bolsa de seda. De repente, una luz parpadea y me dice en un idioma desconocido que ahora no, pero mañana, o más tarde, o a las 11, volverá. Y vuelve, mi secreto.
2 comentarios:
qué bonito cuento. ¿será verdad?
no creo... esas cosas ya no pasan
Publicar un comentario