"Pero me acuerdo de algo más, una música, una orquesta que tocaba no sabíamos dónde, una noche, ya muy tarde, viernes o sábado, cuando volvíamos de cenar subiendo por al Novena Avenida. Perezosamente, abrazados, con una camaradería de pasar juntos mucho tiempo, con un gustoso mareo de cócteles y de vino tinto, mirando sobre los tejados, hacia el este, con un punto de vértigo, el resplador de los rascacielos. Me quedaba rezagado y al mirarla caminar delante de mí me volvía a la memoria el primer viaje, los regresos al hotel en noches de primavera, la figura tan deseada perfilada por la forma de un vestido corto, de lino rojo, con la cremallera a la espalda, tan fácil de bajar. Entonces el tiempo corría tan rápido que no había instante de deseo o de compartida placidez que no contuviera un fondo de angustia. Ahora, esta noche de diez años después, el tiempo era un regalo tan demorado, tan lleno de dulzura sin motivo preciso, como la misma caminata, o como la música que empezamos a oír cuando nos acercamos a una iglesia de negras agujas y crestería neogóticas, ya no muy lejos de Lincoln Square. Una orquesta con ricas sonoridades de big band estaba tocando Moon Indigo, y la canción tenía una desenvuelta elegancia, una melancolía a la vez íntima y lujosa como de otra época, llegada hasta nosotros desde una distancia que parecía la del pasado, y resonaba con claridad y dulzura en la amplitud desierta de la Novena Avenida."
Ventanas de Manhattan. Antonio Muñoz Molina
viernes, 25 de septiembre de 2009
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2 comentarios:
es maravilloso cuando por una ventana se cuela la música.
abrir ésta me ha gustado mucho...
Me alegro. Este libro tiene un montón de ventanas así. Me parece una de las más personales guías de Manhattan. Cuando me entra un poco la morriña de NY, me lo cojo en la biblioteca y me lo leo. Ya voy 3 veces... Creo que es el libro que más me ha costado entregar en la ventanilla de la bilbioteca.
Un beso.
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