viernes, 5 de septiembre de 2008

caricias

Viven en una casa de colores. La han ido construyendo como los pájaros construyen su nido, cada día llevan una ramita para que no les entre el frío, otro día una hoja para que sea más cómoda su cama. Ya no les queda mucho por hacer, su casa está preparada para el invierno.
Viven juntos porque un día se encontraron por la calle. Hablaron un poco, se olieron y decidieron que construirían un nido de colores. Una parte es rosa, la parte donde ella duerme. Otra es azul, donde él escribe y sueña. Hay un sitio pequeño que es rojo donde se lavan el pico y las alas.
No hablan mucho durante el día, cada uno vuela fuera del nido para poder conseguir comida. Suelen llegar muy tarde y muy cansados. Intentan dejar fuera del nido la ropa sucia, las botas con barro, la mochila donde llevan todas las preocupaciones. A veces, sin querer, meten todo esto en el nido y lo manchan un poco. Hay veces que las manchas no se van y ella se va a dormir preocupada, él triste. Pero entonces, él se levanta a medianoche y se acerca para verla dormir. Le coge la cabeza entre las manos y le acaricia siguiendo el nacimiento del cabello, una y otra vez, sin decir nada, con mucho cuidado de no despertarla. La preocupación se va, la tristeza también. El nido se limpia solo. A la mañana siguiente no se dicen nada, cada uno recoge sus cosas y sale a volar.

2 comentarios:

pirsinia dijo...

Precioso, una metáfora muy bonita de la vida cotidiana. Y muy dulce. Izaro también quiere opinar: xc cccxxc ,j ddhfc =¨PÑ

trexa dijo...

Tú si que eres dulce!